LAS FUENTES DEL SUFRIMIENTO
Rescatando de los poetas podemos decir:
“No debemos calmar el hambre nunca”, “Hambre
y amor hacen girar coherentemente el mundo”. La libertad individual no es un
bien de la cultura, pues era máxima antes de toda cultura, aunque carecía de
valor porque el individuo apenas era capaz de defenderla. La sustitución del
poderío individual por el de la comunidad, representó el paso decisivo hacia la
cultura.
La escritura es, originalmente, el
lenguaje del ausente. Y leyendo lo escrito podemos aprender, por ejemplo, que
el ser humano vive en un malestar constante, se sabe caduco y su propia
temporalidad le impele inexorablemente hacia delante, pero el malestar del
sujeto no procede de la cultura sino del sentimiento inconsciente de
culpabilidad. Y éste sentimiento inconsciente de culpabilidad se expresa como
necesidad inconsciente de castigo, pudiendo llevar al sujeto a delinquir, no
sintiendo culpa por el delito realizado, sino que el sentimiento de culpa le
lleva delinquir para ser castigado y así sentir alivio. Es decir la culpa es
previa al acto delictivo y el castigo le alivia de éste sentimiento que es inconsciente.
Estudiar
y suspender un examen puede ser vivido como un castigo por fantasías,
inhibiciones, culpa, vergüenza… sentimientos todos ellos inconscientes que
pueden detectarse en el estudio.
Las fuentes del sufrimiento humano son
tres: la supremacía de la naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo y
la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la
familia, el Estado y la sociedad. En lo que se refiere a las dos primeras
fuentes nos vemos obligados a reconocerlas e inclinarnos ante lo inevitable. Jamás
llegaremos a dominar completamente la Naturaleza y nuestro organismo, que forma parte
de ella, siempre será imperecedero y limitado en su capacidad de adaptación y
rendimiento. Y quien piense lo contrario ha perdido el juicio, nos señala
Freud.
De ésta tierra no nos podemos ir, ni
caer.
La comprobación diaria de estos datos
no es descorazonante, muy al contrario, ya que señala dirección a seguir en
nuestra actividad. Así la belleza, el orden y la limpieza ocupan una posición
particular entre las exigencias culturales, de modo que el Trabajo y el Amor
junto con la Necesidad
se convirtieron en padres de la cultura
humana.
En
cuanto a la tercera fuente de sufrimiento, el de origen social, nos negamos en
absoluto a aceptarlo, no atinamos a comprender porque las instituciones que
nosotros mismos hemos creado no habrían de representar más bien protección y
bienestar para todos. Sin embargo, si consideramos cuán pésimo resultado hemos
obtenido precisamente en este sector de la prevención contra el sufrimiento;
comenzando a sospechar que también aquí podría ocultarse una porción de la
indomable naturaleza, tratándose esta vez de nuestra propia constitución psíquica.
(continuará)
Del texto “Psicoanálisis y educación”
Dr. Carlos Fernández del Ganso
No hay comentarios:
Publicar un comentario