sábado, 30 de abril de 2011

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 - (X)

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 -


Tócanos examinar ahora la cuestión de si el comercio sexual dentro del matrimonio legítimo puede ofrecer una compensación total de la restricción sexual anterior al mismo. El material en que fundamentar una respuesta negativa se nos ofrece tan abundante, que sólo muy sintéticamente podremos exponerlo. Recordaremos, ante todo, que nuestra moral sexual cultural restringe también el comercio sexual aun dentro del matrimonio mismo, obligando a los cónyuges a satisfacerse con un número por lo general muy limitado de concepciones. Por esta circunstancia no existe tampoco en el matrimonio un comercio sexual satisfactorio más que durante algunos años, de los cuales habrá de deducir, además, aquellos períodos en los que la mujer debe ser respetada por razones higiénicas. Al cabo de estos tres, cuatro o cinco años, el matrimonio falla por completo en cuanto ha prometido la satisfacción de las necesidades sexuales, pues todos los medios inventados hasta el día para evitar la concepción disminuyen el placer sexual, repugnan a la sensibilidad de los cónyuges o son directamente perjudiciales para la salud.

El temor a las consecuencias del comercio sexual hace desaparecer primero la ternura física de los esposos y más tarde, casi siempre, también la mutua inclinación psíquica destinada a recoger la herencia de la intensa pasión inicial. Bajo la desilusión anímica y la privación corporal, que es así el destino de la mayor parte de los matrimonios, se encuentran de nuevo transferidos los cónyuges al estado anterior a su enlace, pero con una ilusión menos y sujetos de nuevo a la tarea de dominar y desviar su instinto sexual. No hemos de entrar a investigar en qué medida lo logra el hombre llegado a plena madurez; la experiencia nos muestra que hace uso frecuente de la parte de libertad sexual que aún en el más riguroso orden sexual le concede, si bien en secreto y a disgusto. La «doble» moral sexual existente para el hombre en nuestra sociedad es la mejor confesión de que la sociedad misma que ha promulgado los preceptos restrictivos no cree posible su observancia.

Por su parte, las mujeres qué, en calidad de sustratos propiamente dichos de los intereses sexuales de los hombres, no poseen sino en muy escasa medida el don de la sublimación, y para las cuales sólo durante la lactancia pueden constituir los hijos una sustitución suficiente del objeto sexual; las mujeres, repetimos, llegan a contraer, bajo el influjo de las desilusiones aportadas por la vida conyugal graves neurosis que perturban duraderamente su existencia. Bajo las actuales normas culturales, el matrimonio ha cesado de ser hace mucho tiempo el remedio general de todas las afecciones nerviosas de la mujer. Los médicos sabemos ya, por el contrario, que para «soportar» el matrimonio han de poseer las mujeres una gran salud, y tratamos de disuadir a nuestros clientes de contraerlo con jóvenes que ya de solteras han dado muestras de nerviosidad. Inversamente, el remedio de la nerviosidad originada por el matrimonio sería la infidelidad conyugal. Pero cuanto más severamente educada ha sido una mujer y más seriamente se ha sometido a las exigencias de la cultura, tanto más temor le inspira este recurso, y en su conflicto entre sus deseos y sus deberes busca un refugio en la neurosis. Nada protege tan seguramente su virtud como la enfermedad. El matrimonio, ofrecido como perspectiva consoladora al instinto sexual del hombre culto durante toda la juventud, no llega, pues, a constituir siquiera una solución durante su tiempo. No digamos ya a compensar la renuncia anterior.


(Continúa)

viernes, 29 de abril de 2011

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 - (II)

La moral sexual «cultural» y la nerviosidad moderna.
Sigmund Freud - 1908 -

Entre estos perjuicios, imputados a la moral sexual cultural, ha de echar de menos el médico uno cuya importancia analizaremos aquí detenidamente. Me refiero a la difusión, a ella imputable, de la nerviosidad en nuestra sociedad moderna. En ocasiones es el mismo enfermo nervioso quien llama la atención del médico sobre la antítesis, observable en la causación de la enfermedad, entre la constitución y las exigencias culturales, diciéndole: «En nuestra familia todos hemos enfermado de los nervios por haber querido llegar a ser algo más de lo que nuestro origen nos permitía.» No es tampoco raro que el médico se vea movido a reflexionar por la observación de qué precisamente sucumben a la nerviosidad los descendientes de aquellos hombres de origen campesino, sencillo y sano, procedentes de familias rudas, pero fuertes, que emigraron a la ciudad y conquistaron en ella posición y fortuna, haciendo que sus hijos se elevasen en un corto período de tiempo a un alto nivel cultural. Pero, además, los mismos neurólogos proclaman ya la relación del «incremento de la nerviosidad» con la moderna vida cultural. Algunas manifestaciones de los observadores más autorizados en este sector nos indicarán dónde se cree ver el fundamento de tal dependencia: W. Erb : «La cuestión planteada es la de si las causas de la nerviosidad antes expuestas se hallan realmente dadas en la vida moderna en tan elevada medida que expliquen el extraordinario incremento de tal enfermedad, y a esta interrogación hemos de contestar en el acto afirmativamente, pues nos basta para ello echar una rápida ojeada sobre nuestra vida moderna y su particular estructura.

»La simple enunciación de una serie de hechos generales basta ya para demostrar nuestro postulado; las extraordinarias conquistas de la Edad Moderna, los descubrimientos e invenciones en todos los sectores y la conservación del terreno conquistado contra la competencia cada vez mayor no se han alcanzado sino mediante una enorme labor intelectual, y sólo mediante ella pueden ser mantenidos. Las exigencias planteadas a nuestra capacidad funcional en la lucha por la existencia son cada vez más altas, y sólo podemos satisfacerlas poniendo en el empeño la totalidad de nuestras energías anímicas. Al mismo tiempo, las necesidades individuales y el ansia de goces han crecido en todos los sectores; un lujo inaudito se ha extendido hasta penetrar en capas sociales a las que jamás había llegado antes; la irreligiosidad, el descontento y la ambición han aumentado en amplios sectores del pueblo; el extraordinario incremento del comercio y las redes de telégrafos y teléfonos que envuelven el mundo han modificado totalmente el ritmo de la vida; todo es prisa y agitación; la noche se aprovecha para viajar; el día, para los negocios, y hasta los 'viajes de recreo' exigen un esfuerzo al sistema nervioso.



(Continúa)

jueves, 28 de abril de 2011

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 - (VI)

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 -




Si el daño de estas dos clases de perturbaciones del desarrollo es en realidad menor de lo que podría esperarse, ello se debe, sin duda, a la compleja composición del instinto sexual, que permite una estructuración final aprovechable a la vida sexual, aun cuando uno o varios componentes del instinto hayan quedado excluidos del desarrollo. Así, la constitución de los invertidos u homosexuales se caracteriza frecuentemente por una especial aptitud del instinto sexual para la sublimación cultural. De todos modos, un desarrollo intenso o hasta exclusivo de las perversiones o de la homosexualidad hace desgraciado al sujeto correspondiente y le inutiliza socialmente, resultando así que ya las exigencias culturales del segundo grado han de ser reconocidas como una fuente de dolor para cierto sector de la Humanidad. Los destinos de estas personas, cuya constitución difiere de la de sus congéneres, son muy diversos según la menor o mayor energía de su instinto sexual. Dado un instinto sexual débil, pueden los perversos alcanzar una coerción total de aquellas tendencias que los sitúan en conflicto con las exigencias morales de su grado de cultura. Pero éste es también su único rendimiento, pues agotan en tal inhibición de sus instintos sexuales todas las energías, que de otro modo aplicarían su labor cultural. Quedan reducidos a su propia lucha interior y paralizados para toda acción exterior. Se da en ellos el mismo caso que más adelante volveremos a hallar al ocuparnos de la abstinencia exigida en el tercer grado cultural.

Dado un instinto sexual muy intenso, pero perverso, pueden esperarse dos desenlaces. El primero, que bastará con enunciar, es que el sujeto permanezca perverso y condenado a soportar las consecuencias de su divergencia del nivel cultural. El segundo es mucho más interesante, y consiste en que, bajo la influencia de la educación y de las exigencias sociales, se alcanza, sí, una cierta inhibición de los instintos perversos, pero una inhibición que en realidad no logra por completo su fin, pudiendo calificarse de inhibición frustrada. Los instintos sexuales, coartados, no se exteriorizan ya, desde luego, como tales -y en esto consiste el éxito parcial del proceso inhibitorio-, pero sí en otra forma igualmente nociva para el individuo y que le inutiliza para toda labor social tan en absoluto como le hubiera inutilizado la satisfacción inmodificada de los instintos inhibidos. En esto último consiste el fracaso parcial del proceso, fracaso qué a la larga anula el éxito. Los fenómenos sustitutivos, provocados en este caso por la inhibición de los instintos, constituyen aquello que designamos con el nombre de nerviosidad y más especialmente con el de psiconeurosis. Los neuróticos son aquellos hombres qué, poseyendo una organización desfavorable, llevan a cabo, bajo el influjo de las exigencias culturales, una inhibición aparente, y en el fondo fracasada, de sus instintos, y qué, por ello, sólo con un enorme gasto de energías y sufriendo un continuo empobrecimiento interior pueden sostener su colaboración en la obra cultural o tienen que abandonarla temporalmente por enfermedad. Calificamos a las neurosis de «negativo» de las perversiones porque contienen en estado de «represión» las mismas tendencias, las cuales, después del proceso represor, continúan actuando desde lo inconsciente.




(Continúa)

miércoles, 27 de abril de 2011

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 - (V)

LA MORAL SEXUAL "CULTURAL" Y LA NERVIOSIDAD MODERNA. Sigmund Freud - 1908 - (V)




Aún se nos abren nuevas perspectivas al atender al hecho de que el instinto sexual del hombre no tiene originariamente como fin la reproducción, sino determinadas formas de la consecución del placer. Así se manifiesta efectivamente en la niñez individual, en la que alcanza tal consecución de placer no sólo en los órganos genitales, sino también en otros lugares del cuerpo (zonas erógenas), y puede, por tanto, prescindir de todo otro objeto erótico menos cómodo. Damos a esta fase el nombre de estadio de autoerotismo, y adscribimos a la educación la labor de limitarlo, pues la permanencia en él del instinto sexual le haría incoercible e inaprovechable ulteriormente. El desarrollo del instinto sexual pasa luego del autoerotismo al amor a un objeto, y de la autonomía de las zonas erógenas a la subordinación de las mismas, a la primacía de los genitales, puestos al servicio de la reproducción. En el curso de esta evolución, una parte de la excitación sexual, emanada del propio cuerpo, es inhibida como inaprovechable para la reproducción, y en el caso más favorable, conducida a la sublimación. Resulta así que mucha parte de las energías utilizables para la labor cultural tiene su origen en la represión de los elementos perversos de la excitación sexual.

Ateniéndonos a estas fases evolutivas del instinto sexual, podremos distinguir tres grados de cultura: uno, en el cual la actividad del instinto sexual va libremente más allá de la reproducción; otro, en el que el instinto sexual queda coartado en su totalidad, salvo en la parte puesta al servicio de la reproducción, y un tercero, en fin, en el cual sólo la reproducción legítima es considerada y permitida como fin sexual. A este tercer estadio corresponde nuestra presente moral sexual «cultural». Tomando como nivel el segundo de estos estadios, comprobamos ya la existencia de muchas personas a quienes su organismo no permite plegarse a las normas en él imperantes. Hallamos, en efecto, series enteras de individuos, en los cuales la citada evolución del instinto sexual, desde el autoerotismo al amor a un objeto, con la reunión de los genitales como fin, no ha tenido efecto de un modo correcto y completo, y de estas perturbaciones del desarrollo resultan dos distintas desviaciones nocivas de la sexualidad normal; esto es, propulsoras de la cultura y desviaciones que se comportan entre sí como un positivo y un negativo. Trátase aquí - exceptuando a aquellas personas que presentan un instinto sexual exageradamente intenso e indomable- de las diversas especies de perversos, en los que una fijación infantil a un fin sexual provisional ha detenido la primacía de la función reproductora, y en segundo lugar, de los homosexuales o invertidos, en los cuales, y de un modo aún no explicado por completo, el instinto sexual ha quedado desviado del sexo contrario.

martes, 12 de abril de 2011

CURSO LA MUJER EN EL SIGLO XXI. UNA APROXIMACIÓN PSICOANALÍTICA. MIRADAS EUROMEDITERRÁNEAS


El curso se impartirá en Madrid del 23 de Mayo al 6 de Junio, de 10 a 13.00, en la Universidad Complutense (EMUI: Universidad Euromediterránea). Os adjunto el programa, que no se ve muy bien en el cartel:

PROGRAMA

01.- Mujer y Psicoanálisis: La sexualidad femenina. Represión sexual en la mujer y represión del pensamiento. La moral sexual cultural. El Goce en la mujer

02.- El hombre frente al crecimiento de la mujer: El machismo como obstáculo. El techo de cristal. Lo femenino en el hombre.

03.- Igualdad y diferencia: Nociones de semejanza y diferencia. La diferencia como riqueza. Recorrido histórico por los distintos tipos de feminismo.

04.- La mujer. De la posición de objeto a la posición de sujeto: El amor cortés y su dama. El deseo en la mujer.

05.- La mujer de la reproducción a la producción: Prejuicios históricos. Mujer y procreación. La posición de la mujer en la familia. La mujer en la cadena de producción.

06.- Mujer y libertad: Libertad sexual. Libertad económica. Libertad de pensamiento.

07.- Mujer y trabajo: Mujer, amor y trabajo. Mujer, Dinero y trabajo. El machismo inconsciente en la mujer como obstáculo laboral.

08.- Mujer y ciencia: Investigación, clínica y docencia. Posición de la mujer. La ciencia y la posición femenina.

09.- Mujer y creación: La escritura de la mujer como posibilidad de revolución femenina. La mujer en la literatura. La mujer en el cine.

10.- Mujer y salud: Género y Medicina. Mujer, Salud y trabajo.


El precio del curso es de 300 euros (150 con la beca).