jueves, 30 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. APROXIMACIÓN APARENTE A LA INTERPRETACIÓN DE JUNG

De este modo pareció como si también la lenta investigación psicoanalítica hubiera llegado al mismo resultado que la especulación de Jung sobre la libido primordial, puesto que la transformación de la libido del objeto en narcisismo traía consigo inevitablemente cierta desexualización, un abandono de los fines sexuales especiales. Pero se impone la reflexión de que si los instintos de autoconservación del yo son reconocidos como libidinosos, ello no demuestra que en el yo no actúen también otros instintos.
Psicoanálisis y Teoría de la Libido. Sigmund Freud, 1923

miércoles, 29 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. EL INSTINTO GREGARIO.


Se afirma multilateralmente la existencia de- un instinto gregario especial innato, que determina la conducta social de los hombres e impulsa al individuo a la reunión en comunidades más amplias. El psicoanálisis ha de oponerse a esta tesis. Si el instinto social es también, innato puede ser referido sin dificultad a cargas de objeto originariamente libidinosas y se desarrolla en el individuo infantil como producto de la reacción a actitudes hostiles de rivalidad. Reposa en una forma especial de la identificación con los demás.


Psicoanálisis y Teoría de la Libido. Sigmund Freud, 1923

martes, 28 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. LA SUBLIMACIÓN


El estudio reflexivo de las tendencias sexuales, sólo analíticamente accesibles, había procurado, entre tanto, interesantísimos conocimientos aislados. Lo que se conocía con el nombre de instinto sexual era algo muy compuesto y podía descomponerse en sus instintos parciales. Cada instinto parcial se hallaba inmutablemente caracterizado por su fuente; esto es, por aquella región del soma de la cual extraía el mismo su estímulo. Además podían distinguirse en él un objeto y un fin. El fin era siempre su satisfacción o descarga, pero podía experimentar una mutación de la actividad a la pasividad. El objeto estaba menos firmemente vinculado al instinto de lo que al principio parecía, podría ser fácilmente trocado por otro, y también el instinto que había tenido un objeto exterior podía ser orientado hacia la propia persona. Los diferentes instintos podían permanecer independientes unos de otros, o -en forma aún irrepresentable - combinarse, fundirse para una labor común. Podían también representarse mutuamente, transferirse sus cargas de libido, de manera que la satisfacción de uno quedara sustituida por la de otro. El destino más importante de los instintos parecía ser la sublimación, en la cual son sustituidos por otros el objeto y el fin, de manera que el instinto originalmente sexual encuentra su satisfacción en una función no sexual ya y más elevada desde el punto de vista social o ético. Todos éstos son rasgos que no se unen todavía en una imagen conjunta.


Psicoanálisis y Teoría de la Libido, Sigmund Freud -1923-



lunes, 27 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. LA LIBIDO PRIMORDIAL


C. G. Jung intentó vencer esta oscuridad por un camino especulativo, admitiendo tan sólo una única libido primordial que podía ser sexualizada y desexualizada, y coincidía, por tanto, en esencia con la energía psíquica en general. Esta innovación era discutible desde el punto de vista metodológico; rebajaba el término de libido a la categoría de un sinónimo superfluo y forzaba en la práctica distinguir constantemente entre libido sexual y asexual. La diferencia entre los instintos sexuales y los instintos con otros fines no podía ser suprimida con sólo una nueva definición.


Psicoanálisis y teoría de la libido. Sigmund Freud, 1923

domingo, 26 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. ANTÍTESIS DE INSTINTOS SEXUALES E INSTINTOS DEL YO


El psicoanálisis, que no tardó en descubrir que había de fundar todo el suceder anímico en el dinamismo de los instintos elementales, se vio en pésima situación, pues no había en la Psicología una teoría de los instintos y nadie podía decirle lo que propiamente era un instinto. Reinaba la arbitrariedad más absoluta y cada psicólogo admitía tantos instintos como quería y, precisamente, los que quería. El primer objeto de estudio del psicoanálisis fueron las neurosis de transferencia (la histeria y la neurosis obsesiva). Sus síntomas nacían por cuantos impulsos instintivos sexuales habían sido rechazados (reprimidos) por la personalidad (por el yo) y se había procurado indirectamente, a través de lo inconsciente, una expresión. Comenzamos, pues, por oponer a los instintos sexuales instintos del yo (instintos de autoconservación), y nos encontramos entonces de acuerdo con la tesis, hecha popular, del poeta que atribuye todo el suceder universal a dos únicas fuerzas: el hambre y el amor. La libido era en igual sentido la manifestación energética del amor, como el hambre la del instinto de conservación. La naturaleza de los instintos del yo permaneció así en un principio, indeterminada e innacesible al análisis como todos los demás caracteres del yo. Sin que fuera posible indicar si entre ambas clases de instintos debían suponerse diferencias y cuáles podían ser éstas.
Psicoanálisis y Teoría e la libido. Sigmnd Freud 1923

jueves, 23 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. LA NATURALEZA DE LOS INSTINTOS


(9) La naturaleza de los instintos. -Sobre el terreno de esta teoría puede decirse que los instintos son tendencias intrínsecas de la sustancia viva a la reconstitución de un estado anterior, o sea, históricamente condicionadas y de naturaleza conservadora, como si fueran manifestación de una inercia o una elasticidad de lo orgánico. Ambas clases de instintos, el Eros y el instinto de muerte, actuarían y pugnarían entre sí desde la primera génesis de la vida.


Psicoanálisis y Teoría de la Libido. Sigmund Freud, 1923.

miércoles, 22 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. RECONOCIMIENTO DE DOS CLASES DE INSTINTOS EN LA VIDA ANÍMICA


La labor analítica, que, en general, tiende a desarrollar sus teorías independientemente de las otras ciencias, al tratarse de la teoría de los instintos, se ve obligada a buscar apoyo en la Biología. Amplias reflexiones sobre los procesos que constituyen la vida y conducen a la muerte muestran probable la existencia de dos clases de instintos, correlativamente a los procesos opuestos de construcción y destrucción en el organismo. Unos de estos instintos, que laboran silenciosamente en el fondo, perseguirían el fin de conducir a la muerte al ser vivo; merecerían, por tanto, el nombre de instintos de muerte y emergerían vueltos hacia el exterior por la acción conjunta de los muchos organismos elementales celulares, como tendencias de destrucción o de agresión. Los otros serían los instintos sexuales o instintos de vida libidinosos (el Eros), mejor conocidos analíticamente, cuya intención sería formar con la sustancia viva unidades cada vez más amplias, conservar así la perduración de la vida y llevarla a evoluciones superiores. En el ser animado, los instintos eróticos y los de muerte habrían constituido regularmente mezclas y aleaciones; pero también serían posibles disociaciones de los mismos. La vida consistiría en las manifestaciones del conflicto o de la interferencia de ambas clases de instintos, venciendo los de destrucción con la muerte y los de vida (el Eros) con la reproducción.

Psicoanálisis y Teoría de la Libido. Sigmund Freud, 1923

martes, 21 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. TENDENCIAS SEXUALES DE FIN INHIBIDO.


Los instintos sociales pertenecen a una clase de impulsos instintivos que no requieren forzosamente el calificativo de sublimados, aunque están próximos a los de este orden. No han abandonado sus fines directamente sexuales, pero se ven impedidos de alcanzarlos por resistencias internas; se contentan con ciertas aproximaciones a la satisfacción y establecen, precisamente por ello, vínculos singularmente firmes y duraderos entre los hombres. A esta clase pertenecen en especial las relaciones cariñosas, plenamente sexuales en su origen, entre padres e hijos, los sentimientos de amistad y el cariño conyugal, nacido de la inclinación sexual.


Psicoanálisis y Teoria de la Libido. Sigmund Freud, 1923

viernes, 17 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO. EL NARCISISMO


Un progreso decisivo resultó cuando nos arriesgamos al análisis de la dementia praecox y otras afecciones psicóticas y empezamos con ello a estudiar el yo, al cual hasta entonces sólo conocíamos como instancia represora y resistente. Descubrimos que el proceso patógeno de la dementia praecox consistía en que la libido era retirada de los objetos y retraída al yo, siendo los ruidosos fenómenos patológicos correspondientes la consecuencia de los vanos esfuerzos de la libido por hallar el camino de retorno a los objetos. Es, pues, posible que la libido de los objetos se transformara en carga del yo, e inversamente. Otras reflexiones mostraron que el yo podía ser considerado como un gran depósito de libido, del que afluía la libido a los objetos y que se hallaba siempre dispuesto a acoger la libido retornada de los objetos. Así pues, los instintos de conservación eran también de naturaleza libidinosa, eran instintos sexuales que en vez de los objetos exteriores habían tomado por objeto el propio yo. Por nuestra experiencia clínica conocíamos personas que se conducían singularmente, como si estuvieran enamoradas de sí mismas, y habíamos dado a esta perversión el nombre de narcisismo. Denominamos, pues, a la libido de los instintos de autoconservación libido narcisista y reconocimos una amplia medida de tal amor propio como el estado primario y normal. La fórmula primera de las neurosis de transferencia precisaba, pues, ahora, no de una rectificación, pero sí de una modificación; en lugar de un conflicto entre instintos sexuales e instintos del yo hablamos mejor de un conflicto entre la libido del objeto y la libido del yo, o, puesto que la naturaleza de los instintos era la misma, entre las cargas del objeto y el yo.
Psicoanálisis y Teoría de la Libido. Sigmund Freud, 1923

miércoles, 8 de julio de 2009

TEORÍA DE LA LIBIDO.



Libido es un término de la teoría de los instintos destinado a la designación de la manifestación dinámica de la sexualidad, utilizado ya por A. Moll en este sentido (Investigaciones sobre la «libido sexualis», 1898) e introducido por mí en el psicoanálisis. En lo que sigue nos limitaremos a enunciar qué desarrollos (aún no terminados) ha experimentado la teoría de los instintos en el psicoanálisis.
Psicoanálisis y Teoría de la libido. Sigmund Freud, 1923

domingo, 5 de julio de 2009

PSICOANÁLISIS: XXIX - CARÁCTER DEL PSICOANÁLISIS COMO CIENCIA EMPÍRICA

"Estoy aquí parado". Miguel Oscar Menassa



El psicoanálisis no es un sistema como los filosóficos, que parta de unos cuantos conceptos fundamentales precisamente definidos, intente aprehender con ellos la totalidad del universo y, una vez concluso y cerrado, no ofrezca espacio a nuevos hallazgos y mejores conocimientos. Se adhiere más bien a los hechos de su campo de acción, intenta resolver los problemas más inmediatos de la observación, tantea sin dejar el apoyo de la experiencia, se considera siempre inacabado y está siempre dispuesto a rectificar o sustituir sus teorías. Tolera tan bien como la Física o la Química que sus conceptos superiores sean oscuros, y sus hipótesis, provisionales, y espera de una futura labor una más precisa determinación de los mismos.

Psicoanálisis y Teoría de la libido. Sigmund Freud 1923

viernes, 3 de julio de 2009

PSICOANÁLISIS: XXVIII - APLICACIONES Y RELACIONES NO MÉDICAS DEL PSICOANÁLISIS


Nuestra exposición del psicoanálisis sería incompleta si omitiéramos manifestar que es la única disciplina médica que entraña amplísimas relaciones con las ciencias del espíritu, y está en vías de lograr, en cuanto a la historia de la religión y de la cultura, la mitología y la literatura, la misma significación que en cuanto a la Psiquiatría. Lo cual podría maravillar si se tiene en cuenta que originariamente no tenía otro fin que la comprensión y la influenciación de los síntomas neuróticos. Pero no es nada difícil indicar en qué punto de su evolución hubo de tenderse el puente que la unió a las ciencias del espíritu. Cuando el análisis de los sueños procuró un atisbo de los procesos anímicos inconscientes y mostró que los mecanismos que crean los síntomas patológicos actúan también en la vida psíquica normal, el psicoanálisis se convirtió en psicología profunda, y capaz como tal de aplicación a las ciencias del espíritu, pudo resolver una multitud de problemas ante los cuales la psicología oficial de los procesos conscientes tenía que detenerse perpleja.

Muy pronto ya se establecieron las relaciones con la filogénesis humana. Se descubrió cuán frecuentemente la función patológica no es más que una regresión a una fase evolutiva anterior de la norma. C. G. Jung fue el primero en señalar expresamente la sorprendente coincidencia entre las fantasías de los enfermos de dementia praecox y los mitos de los pueblos primitivos. Por mi parte, he llamado la atención sobre el hecho de que los dos impulsos optativos que componen el complejo de Edipo coinciden intrínsecamente con las dos prohibiciones capitales del totemismo (la de matar al patriarca y la de matrimoniar con mujer de la misma casta), y deduje de él amplias conclusiones. La significación del complejo de Edipo comenzó a crecer de un modo gigantesco. Surgió la sospecha de que el orden estatal, la moral, el derecho y la religión habían surgido conjuntamente en la época primordial de la Humanidad como productos de la reacción al complejo de Edipo. Otto Rank arrojó viva luz sobre la mitología y la historia de la literatura con la aplicación de los descubrimientos psicoanalíticos, y lo mismo Th. Reik sobre la historia de las religiones y las costumbres. El sacerdote O. Pfister, de Zurich, despertó el interés de los pastores de almas y los pedagogos, e hizo comprender el valor de los puntos de vista psicoanalíticos para la pedagogía. No es propicio este lugar para extendernos sobre tales aplicaciones del psicoanálisis; basta la observación de que su existencia no ve todavía un límite.

Psicoanálisis y Teoría de la libido. Sigmund Freud 1923