viernes, 5 de diciembre de 2014

LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE.

LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE.

EL FÚTBOL NO GENERA VIOLENCIA

Considerando que:
- Cuando el niño descubre frente al espejo que la imagen que se refleja es la de su propio cuerpo, algo se violenta para siempre, algo en el sujeto se declara doblemente vencido frente a la imagen y frente a la palabra, quedando confinado para siempre a ser habitante del lenguaje, es decir aficionado al fútbol, la música, el ajedrez… y hasta los aburridos tienen un plan.
- Cuando no se aceptan los límites de la educación, la salud y la cultura en una población es por un triple error: económico-político, psíquico-social e histórico-grupal.
- Las siglas en el deporte son estructurales y por ende cumplen una función legal, administrativa, sanitaria, cultural….recogidas en la Ley del Deporte (art. 27.1 CE; art. 43.3 CE; art. 44.1 CE; art. 35.1 Ce…). Es decir, los portavoces de RFEF, CSD, COE, LPF, AFE....deben ser escuchados por los mejores profesionales para que se reconozcan los errores cometidos y rectificarlos, de lo cual podremos beneficiarnos todos.
- Errar es necesario, pero ya sea en los jardines de palacio o en la platea de un estadio, es un crimen considerar el cuerpo del futbolista o el cuerpo del aficionado como botín de guerra.
- La agresividad es estructural en la humanidad, una ambivalencia afectiva de odio y amor se conoce en familia, también se ama la venganza y en la historia de las muertes violentas hay asesinos desde los cuatro o cinco años de edad. La repulsa que experimentamos en el deporte ante los hechos violentos, racistas, xenófobos junto con el dopaje y los derechos de imagen son los obstáculos con los que choca la redacción de la nueva ley del deporte. Está publicado en los libros Poetas del Fútbol (2009) y más recientemente en Club Deportivo Grupo Cero (2014).
- Hay deseos violentos reprimidos en cada aficionado, en todos los periodistas y directivos, en cada deportista y entrenador, en todos los psicoanalistas, médicos y abogados y en cada lector hay un afortunado poeta si se lo trabaja. La energía psíquica que consume el deseo de golpear y asesinar incestuosamente, anida en todos los sujetos, pero esa energía se puede sublimar en pintar, escribir, cantar o cazar o tirar al arco…
Entonces ¿qué hacer?
- Hablar cual gimnasia mental permanente, leer diariamente cada realidad con los instrumentos adecuados y escribir, cual legado de humanidad para otros, por ser el fútbol un paradigma cultural y grupal.
- La gran familia del fútbol alertada por la cercanía de ser causada toma medidas disciplinarias. ¿Alcanza con eso? Debemos además transmitir los valores del deporte: potenciar la formación de los directivos, cuidar la metamorfosis de la pubertad de nuestros jóvenes, canalizar el talento grupal de los equipos, desarrollar la función de la mujer en el deporte, asesorar en la orientación vocacional y producir una salud deportiva más allá de las marcas y sobre todo para el día después.
- El fútbol no genera violencia. Al violento no le interesa el fútbol. El violento decide golpear, no es un enfermo. El agresivo se puede encontrar inmerso en una discusión y llegar al empujón, el violento acude con palos y navajas. El narcisismo de las diferencias, la hostilidad de la ambivalencia afectiva, la rabia infantil del no poder, la no aceptación de los límites, la prepotencia sin educación y la agresividad de la imperfección no tolerada, anidan en cada sujeto. Sin embargo ese deseo infantil que mataría al padre se puede sublimar, canalizar en un poema bien escrito.
Después de ser interpretados los hechos de violencia que se manifiestan en los colegios, en el deporte, en las familias, en los medios de difusión, en la calle y sólo después de ser interpretados se podrá transformar esa realidad psíquico-social.   
La fuerza bruta y la libertad individual eran máximas antes de toda cultura. El siglo XX cronológicamente pasó pero la mayor parte de la humanidad aún no alcanzó los límites de la tolerancia: “mi libertad termina donde empieza la del otro”, aún no reconocemos a los otros como semejantes y diferentes a la vez.
Y como diría don Artemidoro: eso que vimos en televisión no fue un asesinato, precisamente porque usted y yo lo vimos, con lo cual deja de ser un asesinato, lisa y llanamente, para transformarse en un hecho claramente político.
Hubo negligencia, entre todos lo matamos y el solo se murió.

Dr. Carlos Fernández
Médico Psicoanalista
www.carlosfernandezdelganso.com