viernes, 21 de noviembre de 2014

PSICOANÁLISIS Y EDUCACIÓN


LA FELICIDAD SE ENCUENTRA EN EL CAMINO DEL TRABAJO.

         De todo lo expuesto se desprende que la formación de los educadores adquiere, en el proceso de la educación, un lugar privilegiado. Tan así es que el máximo interés del psicoanálisis para la Pedagogía se apoya en un principio demostrado hasta la evidencia. Sólo puede se pedagogo quien se encuentre capacitado para infundirse en el alma infantil, y nosotros, los adultos, no comprendemos nuestra propia infancia.
         Nuestra amnesia infantil es una prueba de cuán extraños a ello hemos llegado a ser. El psicoanálisis ha descubierto los deseos, mecanismos psíquicos y procesos de la infancia que intervienen en todo aprendizaje. Los esfuerzos anteriores al 1900, fueron incompletos y erróneos, como consecuencia de haber dejado de lado por completo al inestimable factor de la sexualidad en sus manifestaciones somáticas y psíquicas.
         Si en su trabajo el educador no considera, por ignorancia o se mantiene escéptico por prejuicios, los descubrimientos más evidentes del psicoanálisis en las cuestiones de la infancia (el Complejo de Edipo, el Narcisismo, la organización genital, las disposiciones perversas, el erotismo anal, la curiosidad sexual…) valorará los procesos del niño y del adolescente de manera parcial, pudiendo incluso caer en el error de compararlos con los del adulto o con los de su propia infancia.
         Y continuando leyendo a Freud podemos insistir: cuando los educadores se hayan familiarizado con los resultados del psicoanálisis, les será más fácil reconciliarse con determinadas fases de la evolución infantil, y entre otras cosas no correrá el peligro de exagerar la importancia de los impulsos instintivos perversos o asociales que el niño muestre. Muy al contrario se guardarán de toda tentativa de yugular violentamente tales impulsos al saber que tal procedimiento de influjo puede producir resultados tan indeseables como la pasividad ante la perversión infantil, temida por los pedagogos.
         La represión violenta de instintos enérgicos, llevada a cabo desde el exterior no produce nunca en los niños la desaparición ni el vencimiento de tales instintos y sí tan sólo una represión, que inicia una tendencia a posteriores enfermedades neuróticas.
         El psicoanálisis tiene frecuente ocasión de comprobar la gran participación que una educación inadecuadamente severa tiene en la producción de enfermedades anímicas o con qué pérdidas de la capacidad de rendimiento y de goce es conquistada la normalidad exigida. Y también puede enseñar cuán valiosas aportaciones proporciona estos instintos perversos y asociales del niño a la formación del carácter  cuando no sucumben a la represión, sino que son desviados por medio del proceso llamado sublimación, de sus fines primitivos y dirigidos hacia otros más valiosos.

(continuará)

Del texto “Psicoanálisis y educación”
Dr. Carlos Fernández

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