viernes, 30 de abril de 2010

¿QUÉ SIGNIFICAN LOS SUEÑOS?


"La cárcel de los días por pasar". Miguel O Menassa



Nuestros más tempranos recuerdos infantiles son siempre de un gran interés, debido a que: ninguno de los productos psíquicos infantiles ha sucumbido en el adulto.
En la mayoría de las escenas infantiles importantes, el sujeto se ve así mismo en edad infantil y sabe que aquel niño que ve es él mismo; pero lo ve como lo vería un espectador. Es indudable, que esta imagen mnémica (huella en la memoria) no puede ser una fiel reproducción de la impresión recibida en aquella época, ya que el sujeto se hallaba en el centro de la situación y no atendía a su propia persona sino al mundo exterior (era el protagonista)



LOS ÓRGANOS DE LA PERCEPCIÓN SON ENGAÑOSOS.



Cuando aparece, en un recuerdo, el sujeto como un objeto entre otros objetos, puede considerarse esta oposición del sujeto actor y el sujeto evocador como una prueba de que la impresión primitiva ha experimentado una elaboración secundaria (un trabajo extra de almacenamiento de datos), algo así como si la huella de la infancia, hubiera sufrido una traducción en una época posterior (cuando se tiene el recuerdo) al lenguaje visual. Existen además situaciones, posible de ser contrastadas con otros personajes de la escena, donde el sujeto recuerda escenas falseadas, esto corresponde no tanto con una infidelidad de la memoria, sino con el proceso y mecanismos de la represión, que hace inconsciente, situaciones intolerables para la conciencia. Estos sucesos también han acontecido en momentos en los que podían influir en la vida anímica como conflictos. Se recuerdan escenas que corresponden a épocas posteriores a las que data el contenido de los recuerdos, ya que el deseo siempre se realiza en presente.
Esto acorta la distancia entre los llamados “recuerdos encubridores” y los demás recuerdos de la infancia, pudiendo pensarse que todos los recuerdos infantiles conscientes nos muestran los primeros años de nuestra existencia, no como fueron, sino como nos parecieron que fueron, al evocarlos luego en etapas posteriores de la vida.
Entonces, tales recuerdos no emergen de ningún sitio (no es que estuvieran ocultos y un ejercicio de reflexión los hiciera conscientes) sino que han sido formados, construidos en un tiempo actual, interviniendo en esta formación y en la selección de los recuerdos toda una serie de operaciones y mecanismos ajenos a la fidelidad histórica y que en realidad tienen un correlato con las representaciones finales, dicho de otro modo, todos los recuerdos que acontecen en psicoanálisis tienen que ver siempre con: la vida del paciente, lo sintomático y con la presencia del psicoanalista.
Estos recuerdos se constituyen después de lo que el sujeto piensa y por tanto no son recuerdos infantiles, sino que son fantasías actuales que generan un modo particular de recuerdo, generan el recuerdo como generan el habla, el síntoma, o los sueños, como una transacción entre lo reprimido y lo represor, como dos ideas contrarias (temo-deseo) trazadas en un solo vector. El Inconsciente es la memoria que nunca olvida, luego para recordar es necesario olvidar. Las cosas nunca son lo que parecen. Creemos, cuando miramos, que es el sol el que se mueve pero en realidad es la tierra la que gira alrededor del astro rey. A nuestros recuerdos le sucede algo similar, giran alrededor de lo Inconsciente sin descanso, y de noche los sueños (guardianes del reposo) del hombre normal, reaniman todas las noches su carácter infantil.
Por todo ello: la enfermedad la podemos pensar como al expresión de una inhibición del desarrollo, de ahí la importancia médica del psicoanálisis en todo tratamiento, pues aquello que en el material psíquico del hombre ha permanecido infantil y se halla reprimido, como inutilizable, constituye el nódulo de su inconsciente.


Dr. Carlos Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario