El inconsciente, es decir esa “fábrica” donde se tejen los pensamientos, los afectos, la memoria y los mecanismos psíquicos del buen vivir, no descansa nunca: ni en vacaciones, ni los fines de semana y cada noche produce en nuestros sueños, a los guardianes del reparador reposo.
La maquinaría que interviene en esta “fábrica” se construye solamente en vida (no se nace con esa máquina ni con el sistema psíquico) al nacer no sabemos hablar, ni andar, ni mamar, ni respirar…Se nace con un cuerpo insuficiente (ni los nervios están recubiertos de mielina) se nace en un escenario donde poder llegar a vivir de forma madura es un trabajo en el que, desde el principio, otros colaboran y cuando se alcanza una edad adulta, otros siguen colaborando en la construcción de cierto grado de libertad y salud para producir los deseos de cada sujeto. Por eso que cualquier crecimiento, todo éxito es grupal, es un efecto sincrónico en la articulación de muchos trabajos, así se dice que para disfrutar de un café en una terraza se precisan más de treinta trabajos o funciones diferentes.
Si tu psicoanalista está de vacaciones, tienes el derecho de mantener tu análisis, aprender de las interrupciones, esa distancia necesaria de ausencia y presencia que no es espacial, sino temporal, para la producción del deseo.
La escucha del psicoanalista es un instrumento imprescindible en el trabajo del sueño, así en toda profesión altamente cualificada permanece vigente toda función ya guarde relación con la salud, educación o cultura.
Aceptando que el inconsciente trabaja constantemente y necesita soñar para adquirir el proceso reparador del descanso, podemos ahora entender que los mecanismos y operaciones que intervienen en el ocio, la diversión, el goce y lo nuevo son los mismos y acontecen en el mismo aparato y con la misma maquinaria en todo momento, sea noche o día, norte o sur, hombre o mujer, burgués o proletario, heterosexual u homosexual…De tal modo que usted puede disfrutar sus vacaciones y continuar sano, divirtiéndose.
Cuando hablamos de síndrome postvacional, nos referimos a esos veraneantes que vuelven tristes o angustiados, a pesar de haber disfrutado de un tiempo de ocio, por lo que se acabó, pensando en lo que se les viene encima, por descuidar lo que no olvida ni perdona.
La maquinaría que interviene en esta “fábrica” se construye solamente en vida (no se nace con esa máquina ni con el sistema psíquico) al nacer no sabemos hablar, ni andar, ni mamar, ni respirar…Se nace con un cuerpo insuficiente (ni los nervios están recubiertos de mielina) se nace en un escenario donde poder llegar a vivir de forma madura es un trabajo en el que, desde el principio, otros colaboran y cuando se alcanza una edad adulta, otros siguen colaborando en la construcción de cierto grado de libertad y salud para producir los deseos de cada sujeto. Por eso que cualquier crecimiento, todo éxito es grupal, es un efecto sincrónico en la articulación de muchos trabajos, así se dice que para disfrutar de un café en una terraza se precisan más de treinta trabajos o funciones diferentes.
Si tu psicoanalista está de vacaciones, tienes el derecho de mantener tu análisis, aprender de las interrupciones, esa distancia necesaria de ausencia y presencia que no es espacial, sino temporal, para la producción del deseo.
La escucha del psicoanalista es un instrumento imprescindible en el trabajo del sueño, así en toda profesión altamente cualificada permanece vigente toda función ya guarde relación con la salud, educación o cultura.
Aceptando que el inconsciente trabaja constantemente y necesita soñar para adquirir el proceso reparador del descanso, podemos ahora entender que los mecanismos y operaciones que intervienen en el ocio, la diversión, el goce y lo nuevo son los mismos y acontecen en el mismo aparato y con la misma maquinaria en todo momento, sea noche o día, norte o sur, hombre o mujer, burgués o proletario, heterosexual u homosexual…De tal modo que usted puede disfrutar sus vacaciones y continuar sano, divirtiéndose.
Cuando hablamos de síndrome postvacional, nos referimos a esos veraneantes que vuelven tristes o angustiados, a pesar de haber disfrutado de un tiempo de ocio, por lo que se acabó, pensando en lo que se les viene encima, por descuidar lo que no olvida ni perdona.
Si tu psicoanalista está de vacaciones, puedes leer poesía y escribir alguna carta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario