jueves, 29 de septiembre de 2011

ENCUENTRO SOBRE EL FIN DEL ANÁLISIS.






ENCUENTRO SOBRE EL FIN DEL ANÁLISIS





Madrid, 28 de Enero de 1989

Dejar algo, también, es abrirse a otras ralidades.
La conclusión de las relaciones más antiguas (si así se puede llamar a alguna relación, donde no puede haberla) abrirá, sin dudas, nuevas realidades, en principio, para todos los participantes de la separación y secundariamente, pero en el mismo nivel de importancia, el resto se verá beneficiado por estas aperturas.
Pero el dolor es inevitable.
Y dolor habrá para todos, ya que los más jóvenes estuvieron hasta ahora bebiendo gratuitamente de lo que fue la formación de los mayores, ahora ellos tendrán que contratar para que a partir de ahora se trate de la formación de ellos de la cual beberán, casi gratuitamente, otros, más jóvenes.
Cuando en el 81 se me planteó el asunto de una Escuela de Psicoanálisis se sabía, claramente, que la fundación de la Escuela era para formar a los que la fundaban.
Y eso, hoy podemos verlo, fue más o menos lo que pasó durante estos intensos ocho años, el resto no hizo otra cosa que presenciar esta formación.
Es por eso que insisto: debe haber un nuevo pedido de formación para que eso vuelva a ocurrir.
Estas jornadas tienen la intención de que se vuelvan a reunir los grupos didácticos y que haya por lo menos alguien que quiera contratar con la Escuela para ser formado.
El contrato de formación cuando viene desde el candidato (por otra parte única manera de poder realizarse) implica que la vida del candidato ha de diluirse, toda ella, en la vida de la transferencia y así hasta el final, donde el candidato diluirá su transferencia en lo que habrá de ser su nueva vida como psicoanalista.
Es decir, que si muchos de ustedes, todavía, no han visualizado quién habrá de ser vuestro didácta (clásicamente hablando vuestro maestro) muchos de ustedes no han tenido aún la primera entrevista, aunque pretendan estar realizando un psicoanálisis
Ya que al campo del psicoanálisis no se entra sin antes haber decidido diluir toda la vida en la vida de la transferencia; es decir, exactamente, armarse del valor para no tener ningún otro futuro que el fin del análisis donde, por fin, se abrirá para el candidato su propia vida.
Y para dar comienzo a las jornadas diré: que eso que el candidato es en el fondo, es lo que permite leer porqué la transferencia tuvo el desarrollo que tuvo.
Quiero decirles que estas jornadas tienen para mí un valor extremo, ya que puedo presentarme en público (sabiendo que todos somos candidatos al psicoanálisis) pensando que un discípulo, más allá de todas las decisiones que deben tomarse durante el proceso de formarse, sólo es considerado como tal si tiene la gracia de ponerle fin a la transferencia y comenzar a vivir su propio pensamiento, queremos decir, su propia vida.
Mientras esto no sea posible no habrá discípulos.
Y estoy, también, contento porque sé que mi tarea en la transmisión del psicoanálisis recién comienza, ya que muchos de los presentes no sólo tienen fantasías de formarse como psicoanalistas sino que entre ellos se encuentran, también, quienes aún están capacitados para emprender ya mismo semejante viaje.
Y, aún, entre los más jóvenes se puede vislumbrar, con buen tino, que en los próximos años habrá más.
Y no quisiera olvidarme con esto de la formación que ya existe de manera material, es decir, legalmente constituida: la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, la Escuela de Poesía, la Editorial Grupo Cero; es decir que ya no puede ser ninguna idea de formación fundar otras escuelas o crear otras editoriales sino que formarse, para que sea entre nosotros, será encontrar las mejores maneras de funcionamiento dentro de lo fundado por nuestros antecesores que, en algunos casos, somos nosotros mismos.
Y formarse será, también, el desarrollo de las ideas que hacen a la programación de una mejor salud mental para toda la población que como ejemplo de estas cuestiones se puede nombrar, que debemos la creación de un hospital de día y si es posible la fundación de un departamento de Clínica que pueda dar atención a un gran número de personas.
A veces, me pregunto si todo lo vivido servirá para algo.
A veces, la única respuesta es el silencio.
Y no me digo nada y me quedo ahí, callado, mirando cómo el horizonte se parte de silencio y, yo mismo, soy esos fragmentos del horizonte, cayéndose, ya sin otro destino que caer.
Algo finaliza, me doy cuenta, pero la cosa misma no deja de caer.
Y si hoy algo comienza porque el final fue acto, lo nacido ha nacido de caer.
Seguir cayendo sin llegar nunca a ningún fondo es propiedad pura de la cosa. Lo que muere es el hombre, sus amores.
Miguel Oscar Menassa del libro FREUD Y LACAN -hablados- 2. Editorial Grupo Cero

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