miércoles, 17 de junio de 2009

PSICOANÁLISIS: XIX - LOS DESTINOS ULTERIORES DEL PSICOANÁLISIS

El pensamiento de la luz. Miguel O. Menassa
Hasta el punto que alcanza lo precedente avanzó el psicoanálisis por la labor personal mía, desarrollada a través de un decenio, durante el cual fui yo el único psicoanalítico. En el año 1906 comenzaron los psiquiatras suizos E. Bleuler y C. G. Jung a tomar viva parte en el análisis. En 1907 se celebró en Salzburgo una primera reunión de sus adeptos. Y poco después llegó ya nuestra joven ciencia a constituir un centro de atención tanto de los psiquiatras como de los profanos. La acogida que halló en Alemania, ansiosa siempre de autoridad, no fue ciertamente nada gloriosa para la ciencia alemana e incluso movió a un partidario tan frío como Bleuler a tomar enérgicamente su defensa. Pero todas las condenaciones oficiales no fueron bastante para detener el crecimiento interno y la difusión externa del psicoanálisis, el cual, en el curso de los diez años siguientes, traspasó las fronteras de Europa y se hizo especialmente popular en los Estados Unidos, a lo cual contribuyó en gran medida la colaboración de J. Putnam (Boston), Ernest Jones (Toronto y luego Londres), Flournoy (Ginebra), Ferenczi (Budapest), Abraham (Berlín) y muchos otros. El anatema declarado sobre el psicoanálisis movió a sus adeptos a reunirse en una organización internacional, que en el año actual (1922) ha celebrado en Berlín su octavo Congreso privado y comprende hoy los grupos locales de Viena, Budapest, Berlín, Holanda, Zurich, Londres, Nueva York, Calcuta y Moscú. Tampoco la guerra interrumpió esta evolución. En 1918-1919 el doctor Anton von Freund (Budapest) fundó la editorial Internationaler Psychoanalytischer Verlag, que publica los libros y revistas consagrados al psicoanálisis. En 1920 fue creada por el doctor Max Eitingon la primera «Policlínica psicoanalítica», consagrada al tratamiento de los enfermos nerviosos pobres. Las traducciones de mis obras principales al francés, al italiano y al español atestiguan el despertar del interés hacia el psicoanálisis también en el mundo romántico.

De 1911 a 1913 se desviaron del psicoanálisis dos ramificaciones, manifiestamente tendentes a mitigar lo que en ella constituía piedra de escándalo. Una de ellas, iniciada por C. G. Jung, que intentaba dar satisfacción a aspiraciones éticas, despojó al complejo de Edipo de su valor real por medio de una transmutación simbólica y desatendió en la práctica el descubrimiento del período infantil olvidado, que pudiéramos llamar «prehistórico». La otra, cuyo iniciador fue Alfred Adler, de Viena, presentaba varios factores del psicoanálisis bajo nombres distintos (por ejemplo, la represión sexualizada como «protesta masculina»), pero en lo demás prescindía de lo inconsciente y de los instintos sexuales e intentaba referir tanto el carácter como la evolución de las neurosis a la voluntad del poderío, la cual tendería a detener por medio de una sobrecompensación los peligros nacidos de inferioridades orgánicas. Ninguna de estas ramificaciones, construidas a modo de sistemas, ha influido duraderamente sobre la evolución del psicoanálisis; de la de Adler se ha visto pronto claramente que no tenía nada que ver con el psicoanálisis al que quería sustituir.


Psicoanálisis y teoría de la libido. S. Freud, 1923

2 comentarios:

  1. Gracias por promover el "derecho Freudiano" que tenemos todos los legos a abordar el Psicoanálisis.

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