Y (II)
Toda fobia está asociada a una
pregunta fundamental: ¿de dónde vienen los niños? Pregunta que implica una
cuestión central sobre la figura del padre en cuanto padre real. El síntoma
fóbico sustituye en lo real al padre y con el doctor Sigmund Freud sabemos que
en la fobia se produce la sustitución de un miedo a un peligro exterior por el
miedo a otro peligro exterior.
El tema de la devoración (ser
devorado o comerme al otro) siempre está presente en la fobia, así mismo forman
parte de la estructura fóbica: el crecimiento, la talla, la noción de lo grande
y lo pequeño, de lo que está y de lo que no está.
La fobia siempre tiene objeto (animales,
ascensos, salas con gente…) y la angustia concomitante que siempre la acompaña
es sin objeto, por eso es difícil hacerse entender por los familiares y amigos.
La forma más habitual de
presentarse la fobia es la agorafobia. En ella el mundo está lleno de signos de
alarma que dibujan un campo que introducen en el mundo del sujeto una manera de
vivir lo exterior y lo interior. La fobia transforma la angustia en temor. Y el
temor es más tranquilizante que la angustia. Por ello debe tenerse en cuenta en el tratamiento la manera de abordar
al paciente fóbico, pues la fobia permite articular el conflicto que acontece
en el sujeto. Es una manera de resolver, de todas las soluciones la menos mala,
la más tolerable para el paciente en la conformación de su personalidad.
Hay en el humano algo que no es
ni del orden de la palabra, ni de la imagen y sin embargo es causa del deseo.
Poder llegar a preguntarse da cuenta del hallazgo de respuestas en el proceso
de hominización que a veces conlleva conflictos resueltos con la neurosis.
Cosas vistas y oídas pero no comprendidas por el sujeto están en la estructura
fantasmática de todo paciente. Y llamamos “cosas” a los residuos que se han
sustraído al conocimiento.
Las fobias forman parte de la
neurosis de angustia y aparecen acompañadas casi siempre de otros síntomas de
la serie de la angustia (temblores, taquicardias, vértigos, diarrea, ruidos,
sudoración, insomnio…)
Cuando el paciente comienza su
análisis personal se abre la posibilidad de lo nuevo, una nueva alteridad en la
relación con los semejantes por la producción del deseo civilizador, ya que no
se trata únicamente de que pueda lo que no podía, sino del nuevo goce donde ya
no se necesita el síntoma para hablar, para pensar o trabajar.
Dr. Carlos Fernández del Ganso
Médico- Psicoanalista
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