LA SEXUALIDAD INFANTIL
Los casos de actividad sexual observados en sujetos infantiles eran considerados como signos de degeneración o corrupción prematura o como curiosos caprichos de la Naturaleza. Son muy pocos los descubrimientos del psicoanálisis que han tropezado con una repulsa tan general y provocado tanta indignación como la afirmación de que la función sexual se inicia con la vida misma y se manifiesta ya en la infancia por importantísimos fenómenos. Y, sin embargo, ningún otro descubrimiento psicoanalítico puede ser demostrado tan fácil y completamente como éste.
Antes de adentrarme más en el estudio de la sexualidad infantil he de recordar un error, al que sucumbí durante algún tiempo, y que hubiese podido serme fatal. Bajo la presión del procedimiento técnico que entonces usaba, reproducían la mayoría de mis pacientes escenas de su infancia cuyo contenido era su corrupción sexual por un adulto. En las mujeres este papel de corruptor aparecía atribuido, casi siempre, al padre. Dando fe a estas comunicaciones de mis pacientes, supuse haber hallado en estos sucesos de corrupción sexual durante la infancia las fuentes de las neurosis posteriores. Algunos casos en los que tales relaciones con el padre, el tío o un hermano mayor habían continuado hasta años cuyo recuerdo conservaba clara y seguramente el sujeto, robustecieron mi convicción.
No extrañaré que ante estas afirmaciones sonría irónicamente algún lector, tachándome de demasiado crédulo; pero he de hacer constar que esto sucedía en una época en la que imponía intencionadamente a mi juicio crítico una estrecha coerción para obligarle a permanecer imparcial ante las sorprendentes novedades que el naciente método psicoanalítico me iba descubriendo. Cuando luego me vi forzado a reconocer que tales escenas de corrupción no habían sucedido realmente nunca, siendo tan sólo fantasías imaginadas por mis pacientes, a los que quizá se las había sugerido yo mismo, quedé perplejo por algún tiempo. Mi confianza en mi técnica y en los resultados de la misma recibió un duro golpe. Había llegado, en efecto, al conocimiento de tales escenas por un camino técnico que me parecía correcto, y su contenido se hallaba evidentemente relacionado con los síntomas de los que mi investigación había partido. Continúa…
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