La aplicación de la técnica de la asociación libre a los sueños -a los propios o a los de los pacientes sometidos al análisis- abrió un nuevo acceso a los abismos de la vida psíquica. En realidad, lo más y mejor que de los procesos desarrollados en los estratos psíquicos inconscientes sabemos nos ha sido descubierto por la interpretación de los sueños. El psicoanálisis ha devuelto a los sueños la significación de que en la antigüedad gozaron, pero procede con ellos de otro modo. No se confía al ingenio del onirocrítico, sino que transfiere la labor en su mayor parte del sujeto mismo del sueño, interrogándole sobre sus asociaciones a los distintos elementos del sueño. Persiguiendo estas asociaciones se llega al conocimiento de ideas que corresponden por completo al sueño, pero que se dejan reconocer -hasta cierto punto- como fragmentos plenamente comprensibles de la actividad psíquica despierta. De este modo, al sueño recordado como contenido onírico manifiesto se enfrentan las ideas oníricas latentes, descubiertas por medio de la interpretación. El proceso que ha transformado estas últimas en el primero, o sea, en el «sueño», puede ser calificado de elaboración del sueño. A las ideas latentes del sueño les damos también, por su relación con la vida despierta, el nombre de restos diurnos. La elaboración onírica, a la que sería equivocado atribuir un carácter «creador», las condensa de un modo singular, las deforma por medio del desplazamiento de intensidades psíquicas y las dispone para su representación en imágenes visuales. Pero, además, antes de quedar constituido el sueño manifiesto, las ideas latentes son sometidas a una elaboración secundaria que intenta dar al nuevo producto algo como sentido y coherencia. Este último proceso no pertenece ya propiamente a la elaboración del sueño.
Psicoanálisis y teoría de la libido, S. Freud. 1923
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