domingo, 28 de febrero de 2010

LA NEUROSIS OBSESIVA: SU TRATAMIENTO (1)

H. Mattise. "La alegría de vivir".

Antes del descubrimiento del mecanismo psíquico de la neurosis obsesiva fueron considerados los obsesivos como producto de una degeneración del sistema nervioso o como una disminución de la función psíquica. Con el doctor Sigmund Feud el tratamiento de la neurosis obsesiva es posible.
En la etiología de la neurosis obsesiva tienen las experiencias sexuales de la temprana infancia una gran significación, siendo la actividad sexual llevada a cabo con placer o con una gozosa participación. En la histeria acontece una pasividad sexual, y de esta diferencia en las circunstancias etiológicas depende la mayor frecuencia de la neurosis obsesiva en el sexo masculino.
No obstante en el fondo de toda neurosis obsesiva se hallan síntomas histéricos, dependientes de una escena de pasividad sexual anterior a la intervención sexual activa.
La esencia de la neurosis obsesiva puede encerrarse en una fórmula: las representaciones obsesivas son reproches transformados, retornados de la represión, y referentes siempre a un acto sexual de la niñez ejecutado con placer.
En el curso típico de esta neurosis los sucesos se desarrollan en un primer periodo, al que podíamos llamar de “inmoralidad infantil”. Primero en la más temprana infancia, tienen efecto las experiencias pasivas, que más tarde hacen posible la represión, sobreviniendo luego los actos de agresión sexual contra el sexo contrario, los cuales motivan posteriormente los reproches. A este periodo pone fin la iniciación, a veces también adelantada, de la maduración sexual.
Al recuerdo de aquellos actos placenteros se enlaza entonces un reproche, y la conexión en que se hallan con las experiencias iniciales de pasividad hace posible la sustitución por un síntoma de defensa. Los escrúpulos, la vergüenza, la desconfianza en sí mismo son síntomas de este orden, con los cuales comienza el periodo de la salud aparente y la defensa conseguida. Sin embargo en el periodo siguiente, el de la enfermedad, se caracteriza por el retorno de los recuerdos reprimidos, es decir el fracaso de la defensa, siendo despertado dichos recuerdos de manera espontánea o por efecto secundario de perturbaciones sexuales actuales.
Todo este material vive en el inconsciente del sujeto y no pasa a la conciencia sin sufrir grandes alteraciones, de manera tal que aquello que se hace consciente como representaciones y afectos obsesivos, sustituyendo para la vida consciente el recuerdo patógeno, son transacciones entre las representaciones reprimidas y las represoras.
Con el tratamiento psicoanalítico podemos reconstruir la génesis de una representación obsesiva, hallando que de una impresión actual parten dos procesos mentales, uno de ellos se puede presentar correctamente lógico y el otro con un carácter absurdo. Los resultados de estas dos operaciones psíquicas pueden o no coincidir, pero en ambos casos, lo emergente tiene su origen en la represión. De tal modo que podemos asegurar que las representaciones obsesivas tienen un curso forzosamente psíquico, no por su propio valor, sino por la fuente de la que emanan o que las ha intensificado.
El afecto correspondiente al reproche puede transformarse, por un incremento psíquico, en cualquier otro afecto displaciente. De este modo el reproche (de haber realizado en la niñez el acto sexual de que se trate) se transforma fácilmente en vergüenza (de que otra persona lo sepa), en miedo hipocondríaco (de las consecuencias físicas de aquel acto), en miedo actual (a la condena social del delito cometido), en miedo a la tentación (desconfianza justificada en la propia fuerza moral de resistencia), en miedo religioso, etc.
La escucha especializada en esta dolencia es, también, fundamental pues muchos casos clínicos que se consideran como de hipocondría (neurasténica) o de neurastenia o de melancolía después de una investigación correcta corresponden a los afectos de una neurosis obsesiva; descubrimientos de gran importancia a nivel terapéutico.
El yo del sujeto intenta defenderse de las ramificaciones del recuerdo, inicialmente reprimido, y crea en esta lucha defensiva, otros síntomas que son “medidas preventivas” en la lucha contra las representaciones (escenas) y los afectos obsesivos, creándose los actos obsesivos. Estos actos, son una defensa del sujeto, y jamás conllevan ni contienen una agresión, pueden eso sí consistir en una violenta desviación del pensamiento hacia otras ideas, lo más opuestas posibles.

Dr. Carlos Fernández