NEUROSIS ACTUALES Y PSICONEUROSIS
De este modo llegué a considerar las neurosis, en general, como perturbaciones de la función sexual, siendo las llamadas neurosis actuales una expresión tóxica directa de dichas perturbaciones, y las psiconeurosis, una expresión psíquica de las mismas.
Mi conciencia médica quedó satisfecha con este resultado, pues esperaba haber llenado una laguna de la Medicina, la cual no admitía, con relación a una función tan importante biológicamente como ésta, otras perturbaciones que las causadas por una infección o por una grosera lesión anatómica. Aparte de esto, mi teoría se hallaba de acuerdo con la opinión médica de que la sexualidad no es simplemente algo psíquico, sino que tiene también su faceta somática, debiéndose atribuirle un quimismo especial y derivar la excitación sexual de la presencia de determinadas materias aún desconocidas. El hecho de que las neurosis espontáneas, propiamente dichas, no mostrasen tanta analogía con ningún grupo de enfermedades como con los fenómenos de intoxicación y abstinencia provocados por la introducción o sustracción de ciertas materias tóxicas o con la enfermedad de Basedow, cuya dependencia del producto de la glándula tiroides es generalmente conocida, tenía también que poseer algún fundamento.
Posteriormente no he tenido ocasión de volver sobre las investigaciones de las neurosis actuales. No ha habido tampoco nadie que haya continuado esta parte de mi labor. Volviendo hoy la vista a los resultados entonces obtenidos, reconozco en ello una primera y burda esquematización de un estado de cosas probablemente mucho más complicado; pero continúo considerándolos exactos. Me hubiera complacido someter al análisis psicoanalítico en épocas posteriores del desarrollo de nuestra disciplina otros casos de neurastenia pura, juvenil; pero, como ya indiqué antes, no he tenido ocasión para ello. Para evitar equivocadas interpretaciones haré constar que estoy muy lejos de negar la existencia del conflicto psíquico y de los complejos neuróticos en la neurastenia. Me limito a afirmar que los síntomas de estos enfermos no se hallan determinados psíquicamente ni son susceptibles de supresión por medio del análisis, debiendo ser considerados como consecuencias tóxicas directas de la perturbación del quimismo sexual.
Mi conciencia médica quedó satisfecha con este resultado, pues esperaba haber llenado una laguna de la Medicina, la cual no admitía, con relación a una función tan importante biológicamente como ésta, otras perturbaciones que las causadas por una infección o por una grosera lesión anatómica. Aparte de esto, mi teoría se hallaba de acuerdo con la opinión médica de que la sexualidad no es simplemente algo psíquico, sino que tiene también su faceta somática, debiéndose atribuirle un quimismo especial y derivar la excitación sexual de la presencia de determinadas materias aún desconocidas. El hecho de que las neurosis espontáneas, propiamente dichas, no mostrasen tanta analogía con ningún grupo de enfermedades como con los fenómenos de intoxicación y abstinencia provocados por la introducción o sustracción de ciertas materias tóxicas o con la enfermedad de Basedow, cuya dependencia del producto de la glándula tiroides es generalmente conocida, tenía también que poseer algún fundamento.
Posteriormente no he tenido ocasión de volver sobre las investigaciones de las neurosis actuales. No ha habido tampoco nadie que haya continuado esta parte de mi labor. Volviendo hoy la vista a los resultados entonces obtenidos, reconozco en ello una primera y burda esquematización de un estado de cosas probablemente mucho más complicado; pero continúo considerándolos exactos. Me hubiera complacido someter al análisis psicoanalítico en épocas posteriores del desarrollo de nuestra disciplina otros casos de neurastenia pura, juvenil; pero, como ya indiqué antes, no he tenido ocasión para ello. Para evitar equivocadas interpretaciones haré constar que estoy muy lejos de negar la existencia del conflicto psíquico y de los complejos neuróticos en la neurastenia. Me limito a afirmar que los síntomas de estos enfermos no se hallan determinados psíquicamente ni son susceptibles de supresión por medio del análisis, debiendo ser considerados como consecuencias tóxicas directas de la perturbación del quimismo sexual.
Continúa…
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