A principios del siglo XIX, la Medicina comienza a estudiar y considerar la influencia de las “pasiones sexuales” en el proceso de enfermar de patologías como el cáncer, la tuberculosis, la epilepsia…(afecciones de origen desconocido en aquella época) cuyo pronóstico era fatal.
En ese momento se consideraba el cuerpo bajo el prisma de una relación dual: real e imaginaria. Real en base a la experiencia de lo visible, palpable y cuantificable. Y lo Imaginario (imagen) en base al determinismo de lo anímico a lo somático. De modo tal que hace dos siglos lo conocido (por los órganos de la percepción) era lo palpable y a lo desconocido (material) se le atribuía una localización y ésta posiblemente se ubicaba en el cerebro.
La conciencia era el centro de todo lo psíquico y, sólo le interesaba a la filosofía, pasando los médicos a investigar las pasiones sexuales con la metodología de lo real y lo imaginario (lo que se tocaba y cuantificaba es lo que existía).
En la facultad de medicina se estudia y transmite el concepto de cuerpo en las materias de anatomía comparada, fisiología e histología. Y desde esa articulación se conoce como funciona esa compleja y perfecta máquina que es el cuerpo humano. No por casualidad las primeras asignaturas que se imparten, son aquellas que competen con la descripción y funcionamiento “normal” del cuerpo humano. Después se estudia lo “patológico”. Los conocimientos psíquicos recaen sobre la psicología médica, cuya referencia al cuerpo es un elenco de descripciones sobre la psicopatología de la conciencia, atención, orientación temporo-espacial, memoria, afectividad, percepción, pensamiento, psicomotricidad…
Desde principios del siglo XX, el Psicoanálisis aporta a la investigación de las dolencias corporales, los estudios del sistema Inconsciente y la constitución del complejo y perfecto aparato psíquico, desconocido hasta la fecha. Esta novedad ha permitido estudiar la salud y la educación desde otra alteridad, produciendo una realidad donde ciertas enfermedades de etiología desconocida, pueden ser tratadas.
El tratamiento de las enfermedades, a cargo de la medicina y el psicoanálisis, y la investigación de la salud y la creación han supuesto un avance en la investigación y el conocimiento de los diferentes sistemas y aparatos que conforman la maquinaria humana de tal manera que afecciones que resultaban mortales el siglo pasado ya no lo son si se dispensa el tratamiento correcto. Comienza en el siglo XX la producción de una salud que es tan corporal como psíquica, no pudiendo ya nunca más pensarse por separado.
Un dato en el que ha colaborado el progreso científico de la medicina y el psicoanálisis, es pasar de una edad media de vida cercana a los 52 años en 1900 a los 85 años de promedio en el año 2009 en Europa.
Medicina y Psicoanálisis, si bien nacieron con varios siglos de diferencia (datan de dos mil años a. C. la historia de la medicina mesopotámica y los primeros escritos de psicoanálisis del año 1893) Sin embargo desde principios del siglo XX, la articulación de las prácticas en diferentes centros de investigación (Brasil, EE.UU, Argentina, Inglaterra, España…) ha permitido la posibilidad de que en el siglo XXI, no se pueda pensar ninguna enfermedad sin algún tipo de participación del psiquismo. Para pensar la salud como una producción (única forma de salud humana) es necesario la implicación directa del sujeto psíquico y el cuidado del sujeto biológico.
La salud y la creación son posibles (es uno de los aportes del psicoanálisis al estudio del cuerpo como humano) al poder pensar lo corporal no sólo desde lo real e imaginario, sino articulado desde el principio por lo simbólico, es decir no hay pensamiento o proceso orgánico donde no intervenga el inconsciente, sin embargo los procesos intelectuales más complicados y correctos pueden desarrollarse sin intervención de la conciencia del sujeto. Esto ha permitido desplegar a la biología, genética y fisiología cuestiones que no se conocían o a las que se atribuía equivocadamente otros mecanismos, ya que los productos psíquicos no deben ser localizados en elementos orgánicos del sistema nervioso, sino, entre ellos. Si es posible la producción del inconsciente es posible la salud humana.
Dr. Carlos Fernández
En ese momento se consideraba el cuerpo bajo el prisma de una relación dual: real e imaginaria. Real en base a la experiencia de lo visible, palpable y cuantificable. Y lo Imaginario (imagen) en base al determinismo de lo anímico a lo somático. De modo tal que hace dos siglos lo conocido (por los órganos de la percepción) era lo palpable y a lo desconocido (material) se le atribuía una localización y ésta posiblemente se ubicaba en el cerebro.
La conciencia era el centro de todo lo psíquico y, sólo le interesaba a la filosofía, pasando los médicos a investigar las pasiones sexuales con la metodología de lo real y lo imaginario (lo que se tocaba y cuantificaba es lo que existía).
En la facultad de medicina se estudia y transmite el concepto de cuerpo en las materias de anatomía comparada, fisiología e histología. Y desde esa articulación se conoce como funciona esa compleja y perfecta máquina que es el cuerpo humano. No por casualidad las primeras asignaturas que se imparten, son aquellas que competen con la descripción y funcionamiento “normal” del cuerpo humano. Después se estudia lo “patológico”. Los conocimientos psíquicos recaen sobre la psicología médica, cuya referencia al cuerpo es un elenco de descripciones sobre la psicopatología de la conciencia, atención, orientación temporo-espacial, memoria, afectividad, percepción, pensamiento, psicomotricidad…
Desde principios del siglo XX, el Psicoanálisis aporta a la investigación de las dolencias corporales, los estudios del sistema Inconsciente y la constitución del complejo y perfecto aparato psíquico, desconocido hasta la fecha. Esta novedad ha permitido estudiar la salud y la educación desde otra alteridad, produciendo una realidad donde ciertas enfermedades de etiología desconocida, pueden ser tratadas.
El tratamiento de las enfermedades, a cargo de la medicina y el psicoanálisis, y la investigación de la salud y la creación han supuesto un avance en la investigación y el conocimiento de los diferentes sistemas y aparatos que conforman la maquinaria humana de tal manera que afecciones que resultaban mortales el siglo pasado ya no lo son si se dispensa el tratamiento correcto. Comienza en el siglo XX la producción de una salud que es tan corporal como psíquica, no pudiendo ya nunca más pensarse por separado.
Un dato en el que ha colaborado el progreso científico de la medicina y el psicoanálisis, es pasar de una edad media de vida cercana a los 52 años en 1900 a los 85 años de promedio en el año 2009 en Europa.
Medicina y Psicoanálisis, si bien nacieron con varios siglos de diferencia (datan de dos mil años a. C. la historia de la medicina mesopotámica y los primeros escritos de psicoanálisis del año 1893) Sin embargo desde principios del siglo XX, la articulación de las prácticas en diferentes centros de investigación (Brasil, EE.UU, Argentina, Inglaterra, España…) ha permitido la posibilidad de que en el siglo XXI, no se pueda pensar ninguna enfermedad sin algún tipo de participación del psiquismo. Para pensar la salud como una producción (única forma de salud humana) es necesario la implicación directa del sujeto psíquico y el cuidado del sujeto biológico.
La salud y la creación son posibles (es uno de los aportes del psicoanálisis al estudio del cuerpo como humano) al poder pensar lo corporal no sólo desde lo real e imaginario, sino articulado desde el principio por lo simbólico, es decir no hay pensamiento o proceso orgánico donde no intervenga el inconsciente, sin embargo los procesos intelectuales más complicados y correctos pueden desarrollarse sin intervención de la conciencia del sujeto. Esto ha permitido desplegar a la biología, genética y fisiología cuestiones que no se conocían o a las que se atribuía equivocadamente otros mecanismos, ya que los productos psíquicos no deben ser localizados en elementos orgánicos del sistema nervioso, sino, entre ellos. Si es posible la producción del inconsciente es posible la salud humana.
Dr. Carlos Fernández
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