C. G. Jung intentó vencer esta oscuridad por un camino especulativo, admitiendo tan sólo una única libido primordial que podía ser sexualizada y desexualizada, y coincidía, por tanto, en esencia con la energía psíquica en general. Esta innovación era discutible desde el punto de vista metodológico; rebajaba el término de libido a la categoría de un sinónimo superfluo y forzaba en la práctica distinguir constantemente entre libido sexual y asexual. La diferencia entre los instintos sexuales y los instintos con otros fines no podía ser suprimida con sólo una nueva definición.
Psicoanálisis y teoría de la libido. Sigmund Freud, 1923
No hay comentarios:
Publicar un comentario